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miércoles, 4 de abril de 2018

EL CLUB DE LOS POETAS CATEADOS

El cine en cualquiera de sus vertientes está poblado por multitud de espíritus. No, no se trata de las almas de los astros de la pantalla, ni de nuestros viejos conocidos del cine de terror, ni de ese aroma a cine clásico. Hablo de esas películas de la que uno no puede evitar hablar con ocasión de algunos estrenos, y el que hoy nos ocupa no es una excepción. La cinta es El buen maestro, y su particular fantasma por supuesto El club de los poetas muertos.
Una película de esas de maestro nuevo (en absoluto diremos novato, como ya podemos comprobar en los primeros momentos de la misma) y alumnos difíciles que tiene su mayor atisbo de originalidad en las circunstancias por las que un profesor de elite se encuentra inexperadamente ante un alumnado de extrarradio poco dispuesto a ser educado en las bondades de la lengua y la literatura (ya veríamos si fueran clases de química aunque tras el boom de Breaking bad todo es posible), y que aquí no desvelaremos, que dan paso a una historia con un puntito más verista que al que ya nos tiene acostumbrado este ya familiar subgénero.
Un profesor enrollado lo justito (que a pesar de parecer en ocasiones le importa más su propio prestigio que otra cosa es tan dedicado que pasa su primera noche dedicado a aprender los nombres completos de su clase), un amago de romance apenas atisbado y unos alumnos que no son delincuentes en ciernes ( por mucho que pueda creer el nuevo profesor su primer día en el centro) sino meros adolescentes en busca de su propia identidad son algunos rasgos de una obra realista y emotiva. Un buen ejemplo de denuncia social tanto de un sistema que no se plantea las verdaderas necesidades de los estudiantes como de unos profesores a los que les cuesta establecer un equilibrio entre la comprensión y la disciplina.
Podríamos decir que no es una película particularmente brillante en cuanto a méritos cinematográficos (aunque hay escenas tan bellas como la huida por el salón de los espejos de Versalles que logra sobrecogernos con la belleza del escenario real) pero El buen maestro, a pesar de sonarnos a otras contadas numerosas veces, consigue revelarse como una película necesaria, tremendamente recomendable para los profesionales del ramo, y tan humana a pesar de no mostrar escenas tan sangrantes como otras (aquí aunque se esboza de forma ligera el problema de las bandas la sangre nunca llega al rio) que consigue emocionar, y sobre todo hacer pensar sobre una generación que algunos, de entrada, ya dan como perdida.

El buen maestro llega a las pantallas españolas el 20 de abril.


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