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miércoles, 7 de febrero de 2018

VIOLENCIA VERBAL

 En muchas ocasines parece que el interés por el Óscar a la mejor película de habla no inglesa desaparece en el momento en el que la candidata española queda fuera de la criba...a no ser que superéxitos como Amélie o La vida es bella se suban al ring. Sin embargo es de agradecer que este premio dé la posibilidad de que cintas que de otro modo pasarían más desapercibidas (y ya nos ponemos en lo peor...en el caso de que se estrenen) capturen el interés de un espectador más ajeno a los llamados cines periféricos...entre los que me incluyo. Y no puedo estar más contenta de "estrenarme" en el descubrimiento del cine libanés que pudiendo ver la aportación libanesa a los Óscar de este año: El insulto.
La cinta empieza como empiezan muchas comedias: dos hombres de fuerte carácter, un encontronazo por un hecho tan cotidiano como fortuito (un canalón que empapa a cualquiera que pase por la calle...¿de qué me sonará esto?) y una trifulca que se les sale de las manos hasta unos extremos que en su arranque apenas si habríamos podido adivinar. Pero El insulto no es una comedia en absoluto: es un eficaz drama que hunde sus raíces en el pasado de dos pueblos y un conflicto cuyas semillas ha minado sus relaciones, como un fantasma insidioso al que ni el más poderosos de los mediums podría exorcizar, y que pronto se convierte en una emocionante (en más de un sentidos, pues sin el componente emocional la película habría perdido la práctica totalidad de su alma) película de juicios que consigue arrastrar el interés del espectador hasta una resolución tanto fuera como dentro del juicio que consigue sorprenderle...y no diré más.
Un guión inteligente, que sabe hacer de un copo de nieve el más terrible de los aludes es su mejor baza. No faltan sorpresas, ni giros que no desentonarían en ese cine hollywoodense al que estamos ya tan acostumbrados, ni apartados intimistas que nos muestran lo mejor de personajes que solo revelan sus secretos a golpe de abogado rico en recursos, logrando manipular nuestra percepción como el mejor de los fiscales. Y al servicio de este un estilo sencillo que hace del primer plano su mejor recurso a la hora de reflejar una tensión latente durante la práctica totalidad del metraje, y unos actores en estado de gracia desde los enojados protagonistas a las familias que sufren las consecuencias de sus actos (la reacción del padre ante la película usada como prueba por la acusación o esas esposas que intentan frenar esa furia destructiva que puede perjudicar a los más inocentes) o los mismos letrados. Un reparto que da lo mejor de sí, de lo que es buena muestra el premio recibido por Kamel El Basha en el pasado Festival de Venecia.
El insulto es una cinta comprometida, visceral y, aunque puede sonar frívolo, más que entretenida. Sabe conectar con el espectador, a pesar de la distancia cultural y geográfica, y llevarnos en un antitour por las emociones humanas que es imposible deje a nadie indeferente.


El insulto llega a las pantallas españolas el 16 de marzo.

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