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viernes, 11 de marzo de 2016

HIJA DE LA LUNA

Hablar de cine y hablar de princesas parece un tema condenado, con la excepción de la galáctica y popular princesa Leia, a tratar de personajes animados. Nos hemos acostumbrado ya a estas historias de daiselas en unos apuros que parecen resolver cada vez con más frecuencia por su cuenta (hhí está la Princesa Fiona de Shrek, una mujer de armas tomat) pero que parecen no saber renunciar ni al vestido largo, ni a la melenaza (en ocasiones acicalada por graciosos animalitos parlantes) ni a la canción a gorgorito limpio, pero manteniendo estos puntos comunes nos encontramos con personajes muy heterogéneos. La última no llega de la Disney, ni squiera de Hollywood, y sí, arrastra vestido, peina largos cabellos y se atreve con sus dotes musicales, pero su hisoria es muy distinta a la que nos contaron de perqueños...hoy hablamos de El cuento de la Princesa Kaguya.
 Un anciano cortador de bambú vive apaciblemente en el bosque con su esposa, pero un día su monotonía se rompe cuando encuentra una princesa en miniatura dentro de un brote de bambú. Cuando llega a su hogar y su mujer la toma en brazos se convierte en un bebé que crece a un ritmo sobrenatural y la crían como a su propia hija. Sin embargo el hallazgo de una gran cantidad de oro y unos maravillosos vestidos dentro de unas cañas de bambú harán que este tome la decisión de construir un gran palacio en la ciudad, contratar a una institutriz y convertir a su hija en una educada y flamante princesa que constituya la esposa ideal para un hombre principal, algo que no se corresponde con los deseos de la joven.
Basada en una leyenda tradicional nipona El cuento de la Princesa Kaguya es una hermosa cinta de animación sobre el conflicto en los deseos del individuo y los de las personas que lo rodean.
Con una animación exquisita y un cuidado diseño de personajes que nos remiten más al mundo de la acuarela sobre papel y al ukiyo-e que a una cinta animada al uso la película sabe jugar tanto con la delicadeza de los colores como con la sencilez de trazo dotando a la cinta de un acabado tan original como sorprendente, jugando entre la naturalidad de los movimientos de los personajes ( los primeros gateos de la futura princesa) y la irrealidad de escenas tan emocionantes comola de la huida tras el anquete (en la que la protagonista parece convertirse en todo un ente sobrenatural) o ese vuelo final que nos remite a todo el universo Ghibli.
De hermosísima factura la cinta sabe arrancarnos de los cuentos tradicionales occidentales con la historia de una chica más feliz con su sencilla existencia en el campo que con un matrimonio de oropel y un nombre principesco que le ha granjeado su padre a golpe de talonario, y que solo se ha sumergido en tal aventura porque cree que lo que es bueno para él (y en general para la mayoría de sus coetáneos como le recrimina brevemente a la princesa su "noviete" de la infancia casi al final de la cinta) por fuerza también lo es para ella, sin cuestionarse las decisiones de una princesa que a pesar de que parece estar en su propio ambiente por su elegancia y facilidad para aprender las tareas propias de una dama, y que se valdrá de su ingenio para conseguir sus propios fines, dando lugar a algunos de los momentos más divertidos de la película (las pruebas a los pretendientes).
El cuento de la Princesa Kaguya es una cinta tan entretenida como hipnótica, saltándose irónicamente los tópicos mientras nos sumerge en algunos de los elementos más tradicionales de la historia japonesa, un auténtico caramelo tanto para los amantes de la animación como del buen cine en general, dejándonos en la retina unas increíbles escenas que tardarán mucho en borrarse.
Una perla de la animación por derecho propio El cuento de la Princesa Kaguya llega a los cines el 18 de marzo.

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