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miércoles, 4 de noviembre de 2015

SHAKESPEREANDO

La mala suerte y el teatro son de esos extraños y habituales compañeros de cama, con esas reglas entre las que brillan eso de no vestirse de amarillo (entonces desaconsejada por completo la adaptación del libro infantil El pollo Pepe) y aquello de deaear la ruptura del fémur antes que cualquier deseo de buena suerte. pero si hay una obra que se lleva la palma esa sin duda es Macbeth. Un poquito de este resplandor maldito nos visitó ayer mismo cuando algunos fallos técnicos hicieron que el pase de prensa se retrasase algo más de lo debido, pero si la espera valió o no la pena, eso lo dilucidamos ahora...hoy hablamos de Macbeth de Justin Kurzel.
Macbeth, noble escocés y uno de los súbditos más bravos y leales del Rey Duncan, logra una victoria pírrica a favor de su señor. Al retirarse del campo de batalla unas mujeres le auguran un nuevo título, y en brevedad la misma corona. Intrigado se lo comenta a su esposa, que le insta a acabar con la vida del rey para que este vaticinio se haga realidad lo antes posible, ya que este se dispone a pasar una noche en su campamento. Tras el asesisnato, del que el único sospechoso es el hijo y heredeto del monarca, el joven Malcolm, que ha huído, Macbeth será coronado, y este será solo el comienzo de una serie de asesinatos para reafirmarse en el poder que le sumirán a él y su esposa en toda una espiral de locura y muerte.
Nueva versión de la obra más oxura de Shakespeare este nuevo Macbeth es una apocalíptica y cruenta fábula en torno a los estragos que provoca en el alma humana la avaricia y la ira.
La película se abre con una escena serena, a diferencia de toda la vorágine que se abrirá a continuación, el entierro del hijo de Macbeth, apenas un bebé, un respiro de humanidad que puede ayudarnos mínimamemte a comprender el estado de ánimo de los personajes ante las aterradoras medidas que van a tomar a continuación, y que da el comienzo a la que va a ser una de las más cruentas y terribles visiones del clásico, con altas dosis de sangre y violencia, y a la que no escaparán ni adultos ni niños (como en el terrible fin del clan Macduff)
Con una sobrecogedora ambientación en la que destaca una original concepción del color, creando escenas casi monocromáticas (especialmente en azul, amarillo y un más que simbólico rojo) en las que sabe crear un siniestro teatro de sombras, y en las que un peturbador y desolador paisaje sumido casi constantemente entre el humo y la bruma, se convierte casi en un personaje más, Macbeth es una película con una particular y cuidada estética que sabe jugar especialmente con los contrastes (el más destacable probablemente el de la pequeña capilla del campamento, en la que reza Lady Macbeth antes y después de la tragedia, y la enorme catedral en la que se debate el mismo Macbeth), y que sabe convertirse en un matiz más en la caracrerización de los personajes. Otros elementos como el uso de la ralentización y aceleración del tiempo (un elemento al que recurre con frecuencia en las batallas) son una capa más que añadir a un universo que se torna irreal y fantasmagórico, y que hacen aún más terrible la que es realmente una pesadilla.
Con unos actores en estado de gracia, que saben hacer creíble esta caída en las garras de la locura, la cinta nos lleva de la mano de unos auténticos muertos en vida (angustiosos los planos casi al final de una Lady Macbeth cuyos blancos vestidos casi le hacen parecer un espectro) acechados contiuamente por esas sombras que caminan, y que han sustituído la valentía y la lealtad por la traición y el falso valor de los que les hace acredores unas profecías cuyo seguimiento les han maldito, sumidos en este entorno que en ocaiones se torna casi extraterrestre y ajeno a las pasiones humanas.
Macbeth es una película desasogante, pero con buen ritmo y una original manera de concebir el clásico que podemos apreciar tanto en esta nueva encarnación de las hermanas fatídicas (las brujas de toda la vida, en esta ocasión cuatro o casi cinco, si contamos al bebé, espejo de todas las etapas de la vida, y que en su corporeidad, de corte realista, saben tornarse irreales o amenazantes sombras cuando lo pide la historia) como en episocios tan icónicos como el relativo a la profecía final en torno al bosque (que aquí no desvelaremos, pero que cuenta con un original enfoque), una moderna revisión que hará que nos enamoremos una vez más de una historia que ya es inmortal.
Una de las mejores adaptaciones shakesperianas de los últimos años ahora que a Kenneth Branagh le ha dado por hacer Cenicientas...una pequeña delicia para los amantes de las buenas historias. Macbeth se estrena el 25 de diciembre, y ya empieza a dejarnos los dientes largos para la adaptación del videojuego Assassin's creed, que se esterna el próximo año con el mismo director y parte del reparto principal.

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